Entre tus dedos notarás la textura del chocolate. Cuando lo aproximes a tu nariz, recibirás con impulso su perfume en el interior de tu mente y al colocarlo en tu boca, sus sabores invadirán tu paladar. El chocolate impulsivo, el praliné obsesivo y al mismo tiempo aterciopelado. Al final, la avellana rotunda. Entonces tomarás conciencia de que no has visto nada. Pero el resto de tus sentidos volverán a pedirte más.  

Tres capas superpuestas de chocolate blanco, leche y amargo  con una crema de avellanas.